De niño, el que después sería el rey Carlos II de España, era enclenque y enfermizo. Uno de los juguetes al que parecia tener gran apego era un cajón, en forma de bufetillo, en el que se veia un jardín con sus cuadros, formados en él muchos lazos de árboles y flores con sus frutas, todas en oro, esmaltado de diamantes y rubies, regalo del rey serenísimo.
(Según una Gaceta manuscrita de la época de la época citada por Maura Gamazo)
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