De los jardines antiguos suelen conservarse pocas cosa, realizados en su mayor parte de ese material perecedero que es la vegetación lo que quizás puede conservarse a lo largo del tiempo son sus elementos construidos , sus ornamentos y a veces su recuerdo. Este último puede ser tan frágil como la vegetación. Seguramente en 1957 cuando en Badalona excavaron en busca de vestigios antiguos no sabían que habían de toparse con un jardín.
Los arqueólogos, esos agentes de la policía científica de la antigüedad, dieron con un gran estanque rectangular de 13,30 m. de longitud, por 6, 30 m. de ancho y una profundidad de 1,22 m. rematado en sus lados estrechos por sendos semicírculos y con un tramo de escalera que permite acceder cómodamente a su fondo. Se trataba de el elemento principal del jardín de una domus o casa de un personaje importante de la población juzgar por las dimensiones del estanque se trataba de un jardín amplio y por tanto de una casa representativa de una familia acomodada.
Su propietario era Quinto Licinio Silvano Graniano, cónsul en el 106 y perteneciente a una importante familia emparentada con la senatorial de Minicius, aquel barcelonés propietario de una cuadriga vencedora de unos Juegos Olímpicos.
Aunque conocedora de la existencia del jardín no había ido a visitarlo hasta que aprovechando que este fin de semana celebraban en Badalona un festival romano , la Magna Celebratio, visité sus restos arqueólogicos.
No era el mejor momento para disfrutarlo porque había demasiadas personas pero me pareció del todo encomiable la presentación museizada. En primer lugar llama la atención que ocupa los bajos de un edificio de viviendas modernas en el centro de la ciudad, una construcción muy posterior a su excavación así que la administración dio permiso para construir sobre él y es más, un extremo del gran estanque original no es visible debido precisamente a ello. Alguna razón habrán tenido.
Salvado este interrogante he de decir que la instalación ha sacado todo el partido posible al lugar para acercarte lo más posible a lo que tendría que ser ese jardín. Tras una entrada cuyas paredes reproducen las pinturas de la Villa de Livia sitúan el jardín históricamente, con elementos históricos y artísticos encontrados en el lugar. Un gran panel informa de las diversas especies de plantas existentes en este jardín o en su entorno: caléndulas, camomila, margaritas, crisantemos, clematies, jazmines hasta el venenoso acónito. También había plantas acuáticas como son los juncos.
Se pasa después a una estancia oscura en que se ilumina solo el estanque perfectamente conservado y que gracias a un audiovisual que ocupa las paredes se recrea el jardín, el peristilo circundante y la vida que se desarrollaba a su alrededor.
Es una instalación muy didáctica que permite entender los jardines romanos aunque sea de forma virtual. En Catalunya no disponemos de jardines auténticos reconstiuidos o recreados como los he podido ver en Pompeya, en Inglaterra o Suiza. Quizá existan en el resto de España pero lo ignoro. En Catalunya he visto algún intento en Empuries pero lo máximo es la indicación en algunas ruinas es la indicación que allí había un jardín por la presencia de un estanque o los restos de un peristilo.
Mi recomendación para los amantes de los jardines históricos es que visiten el Jardín de Licinio en la ciudad de Badalona, esa ciudad tan pegada a Barcelona que incluso podemos ir en metro.
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