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Cuando Luis XIV encargó los jardines del palacio de Versalles sabia muy bien que quería y como los quería. Tuvo la suerte de tener un gran jardinero como Le Nôtre que junto a un equipo de colaboradores tradujo en obras los deseos del rey. Era un espacio real que demostraba la magnificencia de la monarquia absoluta y era el escenario perfecto para el uso que el rey quería darle.
En esta misma línea tendríamos que decir que la ciudad tendría que ser pensada para el uso y disfrute de la ciudadanía y como consecuencia la opinión de esta habría de ser el eje sobre el girara el diseño de las ciudades. Acabados los periodos dictatoriales, de todo para el pueblo pero sin el pueblo, se abre paso muy tímidamente una verdadera democracia ciudadana: la participación de las personas más allá de depositar el voto cada cuatro años.
Esto que parecía utópico solo hace unos años ya empieza a tener resultados en las remodelaciones de ciertas áreas urbanas o en la creación de nuevos espacios urbanos. Esto implica un trabajo de colaboración y equipo entre todos los actores implicados: la ciudadanía expresando sus deseos de necesidades y calidades del servicio de forma realista, los políticos y administración recogiendo esas demandas para hacer los encargos y gestionando honestamente las obras y los profesionales y empresas aportando su creatividad, sus conocimientos técnicos y su buen hacer en la materia.
Cuando hablamos de jardines y parques públicos debe ocurrir lo mismo. Aunque bien es cierto que es un espació abierto a todos hay dos grandes cupos de usuarios a tener en cuenta porque son los que estadísticamente hacen más uso de ellos: los niños y los mayores.
En el caso de los mayores debemos borrar esa imagen pasiva del mayor tomando el sol en un banco del parque. Es una imagen superada, un buen número de mayores son usuarios de los jardines y parques urbanos y lo son porque van a caminar, porque tienen tiempo de contemplar la ciudad, porque van a hacer actividades deportivas como es jugar a bolos o usar elementos que facilitan el ejercicio físico y, como no, a sentarse y hacer tertulia con los amigos.
En Barcelona se están planteando esta intervención de los mayores en la ubicación de elementos deportivos para ellos, en espacios urbanos como pueden ser parques o jardines de interior de manzana. Es la forma que estos equipamientos sean verdaderamente útiles y utilizados por este colectivo. Esta práctica de consulta ha estado demandada repetidamente consejos de participación ciudadana como son el Consell Assessor de la Gent Gran o el Consejo de Bienestar Social.
Hace pocos días, al ir de librerías descubrí un libro, Espacios abiertos urbanos y personas mayores que podría ser un buen ejemplo a la hora de diseñar los jardines y parques ciudadanos. Es la publicación del trabajo ganador del VI Premi d’Investigació Consell Social realizado por profesores de la Universidad Jaume I de Castellón pertenecientes al grupo de investigación PYDEC (Paisaje y Diseño de Espacios Colectivos).
Lo verdaderamente importante es que no son solo propuestas elaboradas desde un gabinete sino que son fruto de un proceso de participación con el colectivo de mayores de Castellón. La investigación parte de la valoración de espacios urbanos de la ciudad así como la recogida de deseos y demandas que hacen las personas de edad ante futuros diseños.
La investigación es perfectamente extrapolable a cualquier ciudad y una experiencia a aprovechar a la hora de plantearse la creación de parques y jardines públicos por parte de administraciones y profesionales.
MARINA PUYUELO, JAUME GUAL Y MIGUEL GALBIS: Espacios abiertos urbanos y personas mayores. Castelló de la Plana 2005. Publicaciones de la Universidad Jaume I.
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