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lunes, 20 de diciembre de 2010

INTRIGA EN EL JARDÍN


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En mi visita a Madrid aproveché para visitar la Residencia de Estudiantes, un lugar que hacía tiempo deseaba visitar. El motivo fue mi interés por visitar la exposición “Viajeros por el conocimiento”.

Nunca había estado ahí y andaba un tanto despistada. La Residencia está ubicada en un recinto ajardinado en la que existen varios pabellones dedicados a residencia, centros de investigación y estudio y otros edificios de servicios. Al entrar por la calle Pinar un camino enlosado subía hacia un grupo de edificios. Era sobre la una del mediodía y lucia un sol espléndido que mitigaba el frio que hacía en ese momento.

Había quedado con una amiga en un lugar concreto del recinto que no sabía donde estaba. No había nadie a la vista y empecé a subir el camino en cuesta bordeado de arbustos olorosos y de plantas medicinales. De pronto a mi izquierda un ruido me hizo pensar que algún animal se movía entre las plantas pero no vi nada. Seguí adelante y unos pasos detrás de mi, hicieron que me volviese con la intención de preguntar, pero no había nadie. Proseguí mi camino y vuelta a los ruidos entre el follaje y a un taconeo que me acompañaba. Seguía estando sola. Me pareció oír unas voces de personas y que interpreté que andaban por un hipotético camino paralelo a mi izquierda y a las que yo no podía ver. He de confesar que me inquieté. ¿Estaría siendo objeto de esas presencias misteriosas que se manifiestan en los viejos edificios históricos? La Residencia de Estudiantes empezó sus actividades en 2010 y desde 2007 es Patrimonio Europeo.

La desazón que sentía se apaciguó cuando al llegar a lo alto, unos paneles explicaban tres instalaciones artísticas ubicadas en los jardines. Una de ellas obra de Juan Manuel Artero era la causa de mis inquietudes. Era una instalación sonora titulada “Memoria del agua” en la que el autor pretende imaginar que ocurriría si pudiéramos escuchar sonidos, voces y músicas que hubiera captado el riachuelo que cruza el jardín y que ahora dejaba escapar del fondo de su memoria.

Para mí, la experiencia no fue evocadora sino inquietante ya que no sabía de tal instalación artística. Un éxito para el autor ya que su obra impactó en mi sensibilidad. Un jardín que recordaré siempre asociado a esos pasos que me seguían.


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